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EL VALIENTE CHICANO
By David Bacon
Huellas Mexicanas, 7/09


Bert Corona fue hijo de la frontera entre México y Estados Unidos –los problemas de millones de personas cruzando la frontera dominaron su vida. Fue un héroe de los latinos que viven en las ciudades de Estados Unidos –los trabajadores industriales, los trabajadores domésticos, y la gente intentando encontrar un empleo en las esquinas. Y también fue un radical, aún más que César Chávez, otro de las grandes figuras latinas de su generación.

La generación de Corona, nos dio seguridad social, seguro de desempleo y sindicatos en las industrias. Fue una generación que resistió la gran depresión –en Los Ángeles de la juventud de Corona, se escenificaron las violentas guerras industriales en la Aviación Norteamericana y en los puertos. Eran Los Ángeles en donde los inmigrantes que arribaban como consecuencia de la Revolución Mexicana se encontraron con los toletes de la policía, la ciudad de Sleepy Lagoon –en donde los negros y los latinos se sentaban en una sección de las salas de cine, y los blancos en otra.

Algunos dirán que Los Ángeles no han cambiado mucho. Pero hoy, la clave para ser electo en LA, es ganar los cientos de miles de votos de la clase trabajadora latina. Además, los trabajadores indocumentados han luchado por obtener su propia voz –con sus huelgas y organizando campañas que barrieron industria tras industria, y cuya causa hoy ha sido retomada por algunos sindicatos de LA. Si no es el mismo mundo en el que Bert Corona nació, si es ciertamente, un mundo que él ayudó a crear.

El padre de Corona fue comandante de la División del Norte de Francisco Villa, uno de los dos principales ejércitos insurgentes en la Revolución Mexicana. Su padre cruzó el Rio Grande después de que Villa fue derrotado por los contra-revolucionarios. Nacido en El Paso, Corona creció yendo y viniendo entre Estados Unidos y México, en una era en donde la frontera no era una zona militarizada como lo es hoy.

Corona llegó a Los Ángeles, en donde fue contagiado por la agitación laboral de la década de 1930. Llegó a ser presidente del Local 26 del International Longshore and Warehouse Union y organizador del Congress of Industrial Organizations. Esa experiencia, junto con la historia revolcionaria su familia, forjó su visión del mundo.

“Bert veía a los Mexicanos en Estados Unidos, no únicamente como un pueblo sufriendo la discriminación, sino como una comunidad de clase trabajadora explotada”, recuerda Nativo López, quién ayudó a Corona a organizar la Hermandad Mexicana, una organización comunitaria de trabajadores mexicanos. “Él creía que la transformación del mundo sería el producto de crear organizaciones y líderes entre el pueblo, en los sindicatos y los barrios.”

Al ver a la gran masa de población mexicana migrante en los barrios de Los Ángeles, Corona no veía únicamente una población excluida del sistema político dominante, sino un futuro en el cual sus votos finalmente definirían la política de la ciudad y el estado. El crecimiento de líderes latinos en todo el país tiene una deuda con Corona y quienes trabajaron con él, pues dedicaron décadas de lucha para construir organizaciones políticas que dieran poder a los latinos.

Corona se convirtió en el líder de El Congreso Nacional del Pueblo de Habla Española, y después de la guerra, de la Asociación Nacional Mexicano Americana (ANMA). Ambas eran organizaciones de izquierda, integradas por militantes mexicanos y con estrechos lazos con los sindicatos industriales. Fue una era en la que el ala izquierda del movimiento trabajador en Estados Unidos estaba en la cúspide de su fuerza política. Décadas antes del nacimiento de un movimiento de organización trans-fronterizo, una sección de la ANMA, organizada por Corona, realizó huelgas en la American Smelting and Refining Co., en solidaridad con sus compañeros de trabajo empleados por la misma compañía en México y América Latina.

La ANMA también organizó a los braceros. El programa bracero proveyó de trabajadores mexicanos a Estados Unidos de los 40s a los 60s y los alojó en grandes barracas alambradas en las áreas rurales en donde trabajaban por muy bajos salarios. Corona, Ernesto Galarza, César Chávez y otros, lucharon por acabar con el programa, pues los braceros no sólo eran explotados, sino también eran utilizados para socavar los salarios y los esfuerzos de los trabajadores rurales por crear sindicatos. La ANMA no sólo cabildeó en contra del programa, también buscó organizar a los trabajadores.

Esta idea fue el sello de la estrategia de Corona respecto a la migración. Una vez que el programa bracero concluyó, los migrantes sin papeles, llevados por el hambre y la pobreza, continuaron llegado a Estados Unidos. Los sindicatos conservadores de la Guerra Fría eran demasiado hostiles, y llamaban a las deportaciones y a la prohibición de empleos para los migrantes, argumentado que los trabajadores indocumentados no podían ser organizados. Sin embargo, Corona nunca se cansó de pelear en contra de esta idea.

La historia le dio la razón a Corona cuando en 1999, la American Federation of Labor and Congress of Industrial Organizations (AFL-CIO) adoptó una nueva polítca pro-inmigrante, llamando a una amnistía para los trabajadores indocumentados y el fin de las sanciones a los empleadores, lo cual hace ilegal para los trabajadores indocuementados tener un empleo. Al final de su vida política, fue homenajeado por la federación del trabajo durante un mítin masivo por la amnistía en la Sports Arena, en junio de 2000.

Corona fue un radical que jamás se arrepintió de serlo. “Me considero un socialista,” escribió en su autobiografía, “Memories of Chicano History.” Sin embargo, su versión fue una versión forjada en Estados Unidos. “Creo en el Sueño Americano,” dijo, “o al menos en mi versión de él… la cual es similar al sueño de la Revolución Mexicana, que es la promesa de libertad, igualdad y democracia. Ciertamente esto no se ha logrado. En ambos casos, son sueños incumplidos.”

Corona, no fue una voz aislada en el margen. Contribuyó a fundar la Mexican American Political Association. Trabajó para el Partido Demócrata, tratando de forzarlo a establecer un pacto que cumpliera con las aspiraciones políticas de los mexicanos y los trabajadores. “Él entendió que nuestra lucha por los derechos de los inmigrantes y el poder político de los mexicanos estaba ligada a un movimiento más amplio,” advierte Nativo López. Al mismo tiempo, no tuvo miedo de ser una figura prominente dentro de la izquierda, y fue co-director, junto con Angela Davis, de la National Alliance Against Racist and Political Repression.

Cuando el mismo Nativo López se convirtió en el blanco de los ataques de Bob Dornan y la derecha Republicana, después de la derrota de Dornan a manos de Loretta Sanchez en Orange County, “Bert me dijo: No claudiques. Quédate y pelea.”

Dornan, uno de los miembros más conservadores del Congreso, alegó que López y la Hermandad Mexicana había registrado votantes sin ciudadanía. Al final el tiempo dio la razón a López, y la carrera de Sánchez en el Congreso es una muestra viviente del poder del voto latino.

“Eso era típico de Bert,” señala Eliseo Median,quien fue líder de la United Farm Workers of America (UFW) y quien actualmente es vice-presidente del Service Employees International Union. “Él no levantaba su dedo para ver en que dirección soplaba el viento. Él asumía una posición y se mantenía fiel a ella.”


Traducción: Rodolfo A. Hernández Corchado
(Brooklyn, NY. June 18th 2009. 1:57PM)

 

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